Las necesidades de cada paciente son diferentes y por ello hay prótesis dentales para cada caso concreto.

• Prótesis fijas. Son aquellas que se fijan sobre los dientes o los implantes y para su extracción requieren que lo haga el dentista. Es la opción más cómoda para el paciente y lo más similar a los dientes naturales.
• Prótesis removibles. Se trata de prótesis dentales que el paciente puede quitarse y volverse a poner en su día a día. Pueden sustituir todos los dientes o alguna zona desdentada. Son las conocidas como “dentaduras postizas” y cada vez se utilizan menos.

La elección de un tipo u otro de prótesis dental depende directamente de tus condiciones dentales y de otros factores personales. Algunos aspectos a valorar son:

• Número de piezas dentales perdidas. Hay prótesis dentales que sustituyen toda la arcada dental y otras que únicamente reemplazan una zona o un diente en concreto.
• Volumen y calidad del hueso. Según el estado del hueso maxilar, el dentista valorará las opciones disponibles. En ocasiones no es posible colocar un implante dental en la boca del paciente, en cuyo caso quedan descartados algunos tipos de prótesis dentales.
• Según el precio que estés dispuesto a pagar podrás optar a unos o a otros tratamientos.

La higiene dental es fundamental para garantizar el buen estado de nuestra cavidad oral. Esta importancia, aumenta aún más si cabe si la persona lleva prótesis dentales. Debemos prestar especial atención a su mantenimiento, procurando evitar la proliferación de bacterias que genere infecciones en los dientes naturales y en las encías, repercutiendo también en la pérdida de funcionalidad de la prótesis dental.

Es posible que en los días posteriores a la intervención no te sientas del todo cómodo al comer o al hablar. Sin embargo, se trata de un proceso común, ya que, tras la colocación de la prótesis dental, es necesario un periodo de adaptación.

Una vez hayan pasado estos primeros días y hayas conseguido reeducar tu boca, podrás comer y hablar sin incomodidad alguna.