Los parásitos intestinales más comunes incluyen lombrices como oxiuros, áscaris y tenias, así como protozoos como giardia y amebas. Estos organismos pueden ingresar al cuerpo a través de alimentos y agua contaminada o por contacto con superficies infectadas. Los síntomas suelen ser dolor abdominal, diarrea, pérdida de peso y cansancio.
El tratamiento más eficaz depende del tipo de parásito. Los medicamentos antiparasitarios, como el albendazol, el mebendazol o el metronidazol, son comúnmente utilizados. Además, es importante complementar el tratamiento con una dieta equilibrada que ayude a reforzar el sistema inmunológico y promueva la salud digestiva. La higiene personal y la correcta manipulación de alimentos son clave para prevenir futuras infecciones.